le miró un instante. Contestó simplemente que aquel día le apetecía comer de primer plato camelias, de segundo globularias y de postre lágrimas de la Virgen. Lo más odioso de Onésima era su maldita costumbre de sonreír a Mercedes, de cubrirla de atenciones. El mal genio lo guardaba para él, para Miguel, y ya no sólo se enfadaba cuando le veía meterse el dedo en la nariz o tardar en tomarse la sopa: ahora era suficiente con que llevara
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CUBRIR.4 - (Fig.) Prodigiar u ofrecer de forma insistente muestras de afecto y desafecto.