la cabeza entre las manos y decía: «Oh, no, no, no.» Nadie le hacía caso, nadie se preguntaba por el sentido de aquella negación. Cuando la fiesta terminó, todos dieron las gracias y se arrastraban vacilantes, en retirada hacia los coches como guerreros destrozados y gloriosos después de la batalla. Hoy me he levantado tarde, con el más terrible de los «hangover». Pero es domingo. Pienso en ti y te escribo, y
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ARRASTRARI - Llevar por el suelo, llevar consigo al marcharse.