mucha labia y mucho trasteo. Se encaprichó con la chiquilla y me trastornó, ¡ era tan fácil!... Al principio fue el paraíso, aquella azotea veneciana donde yo cantaba como un pájaro frente al Campanile y la laguna, pero duró bien poco... Era un vago y un chulo; sacaba más dinero de las americanas viejas que de darle al remo de su góndola y luego se lo gastaba con otras jóvenes... Al final, ya cuesta abajo, empezó a beber