a lo lejos! -¡Me encanta el mar! --exclama Simonetta con la boca llena. -¡Tonterías! Donde esté la montaña que se quite todo. El mar no es para los hombres; si lo fuera, naceríamos con aletas, ¿es que no?... Aunque -añade pensativo-- yo viví unos días junto al mar, el de Rímini, tan azul al mediodía, tan violeta por la tarde... La muchacha se levanta para alcanzar el vino