el asno del ramal a darle agua o echar pienso en el corral a las gallinas: entonces es cuando empezamos a quererles si no se asustan del burro ni del gallo... Y las hijas, aún peor: no le nacen a uno hasta que empiezan a manchar cada mes y hay que andar con cien ojos para guardarles la honra... Así que tú eres el primer hijo, Brunettino, todos pendientes de ti, hasta tus padres olvidan sus prisas... »