el viejo. «¡Quién lo hubiera pensado en un pueblerino!» El único descontento es Brunettino, cuando van a probárselas. Se resiste inicialmente a la novedad y, una vez en sus piececitos, restriega uno contra otro para quitárselas, llora y patalea, primero sentado, luego de pie. Pero entonces comienza a sentir su pisada más segura y se contempla los pies con asombro. Mira luego a los mayores, da unos pasitos vacilantes y una
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QUITARI.1a - Dejar de vestir [lo que se lleva puesto]