se oírlo. Afuera, percibí el olor de unas rosas y pensé que debían orientarse hacia mí, simplemente porque creo en las flores. Debieron señalarme entre sí, avisarles a las miles de flores que había yo visto acudir al borde de la carretera desde mi salida de París; todas las corolas vueltas hacia mí, corrientes enteras de flores que fluyen en el espacio. Sentí que me crecían flores en la cabeza y hasta efectué un pequeño cambio de paso