Lo dejé tendido en el suelo y corrí de nuevo junto a la Emilia, que pedía socorro a voces. Había estado tocando botones y moviendo palancas y de un revoltillo de cables eléctricos saltaban chispas y brotaba una humareda azulada. Me quité la gabardina y la arrojé sobre los cables. Conjurado el peligro, me dirigí al telescopio y pegué el ojo a la lente para cerciorarme de lo que pasaba por arriba. Siendo niño, una vecina que trabajaba en el Gran Teatro
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QUITARI.1a - Dejar de vestir [lo que se lleva puesto]