Sigo siendo tu pájaro azul, sigo siendo simplemente azul como solías llamarme, ladeo la cabeza, mi cabeza herida definitivamente y la pongo sobre tu hombro y te beso en el cuello, Diego, Diego, Diego a quién tanto amo. Tu Quiela 22 de julio de 1922 Parece haber transcurrido una eternidad desde que te escribí y sé de ti Diego. No había querido escribirte porque me resulta difícil callar ciertas cosas que albergo en mi corazón y de las cuales ahora