fierro y de humo; por un segundo se vieron nítidamente los valles y las colinas; los pinos cubiertos de nieve tiritaron y dejaron caer sobre la tierra nubes de polvo blanco. Centenares de tanques estremecían el suelo al echarse a andar, percibió el ruido de sus motores y el cliqueteo de las cadenas mientras otras explosiones sordas de los cañones pesados sobre rieles daban en el blanco. "¡En la madre! --pensó--. Sólo nos falta la Luftwaffe con sus