se en que nuestro hijo empezaría a caminar fortalecido por los baños de sol, el yodo del agua de mar. Dos semanas más tarde cuando María Zeting me entregó a Dieguito, vi en sus ojos un relámpago de temor, todavía le cubrió la carita con una esquina de la cobija y lo puso en mis brazos precipitadamente. "Me hubiera quedado con él unos días más Angelina, es tan buen niño, tan bonito pero imagino cuánto debe extrañarlo." Tú dejaste