una algarabía de voces, bocinazos, insultos, protestas, chillidos. Los guardias estaban completamente desbordados y consultaban en vano el mapa con la nueva nomenclatura de las calles: no entendían ni pío. Ambulancias y coches patrulla aullaban inútiles. Volaban helicópteros sobre la hecatombe de metal y chatarra. Un chicuelo moreno, de pelo ondulado y con la boca llena de risa subastaba orgullosamente servicios de guía al apuro o urgencia del mejor postor. UN PERSONAJE SOSPECHOSO El autor de la tropelía -