me mucho a las mujeres, ¡guapa! qué feo era México y qué pobre y qué oscuro con toda esa hilera de casuchas negras, apiñadas allá en el fondo del abismo, los calzones en el tendedero, toda esa vieja ropa cubriendose de polvo y hollín y tendida a toda esa porquería de aire que gira en torno a las estaciones de ferrocarril, aire de diesel, enchapopotado, apestoso, qué endebles habitaciones, cuán frágil la vida de los hombres que se