sin turbante. Llegaron tarde. Los mexicanos nunca son puntuales. Yo no sabía que habíamos acumulado tanto trique, pero fueron necesarios dos camiones. "Rápido, muchachos, hay que aprovechar el tiempo", y en la puerta se paró el señor Madrigal con su tablero, para apoyar el papel en que iba aumentando la lista y el lápiz para apuntar que se llevaba a la boca y se la pintaba de violeta. De pronto sentí que estaba arriesgando mucho más de lo