Correosa. -Me gusta la cecina -ríe ella-. Y termina ya, que no voy a ver nada nuevo. Deja los pantalones y sale hacia el baño. Sus calcetines son de lana hechos en el pueblo y lleva calzoncillos como los de Tomasso; no esos slips de su yerno, esas braguitas. Las flacas rodillas, con sus huesos prominentes y gruesas venas, inspiran ternura. -Por lo menos --explica al volver- no meterme ahí con el