ella. Se detuvo a varios metros de distancia y escrutó su rostro en la penumbra: tenía los ojos llorosos. «Otra vez la alergia, otra vez», gimoteaba. Miguel se aproximó lenta, muy lentamente. Ella le tendió un puñado de doblones (¿siempre los llevaba encima?) y, mientras los cogía, sintió un miedo súbito que le atenazó los dientes. No dijo nada. Echó a correr hacia su cuarto y desde allí la observó dirigirse
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TENDERII.1 - Alargar una cosa aproximándola a otra