granos de maíz a medio mascar le caían en el corpiño. La mujer me dijo: "Ella mastica a la topa tolondra, un poco al desgaire, un poco al desgarriate." De pronto sentí los dedos ansiosos que me soltaban los botones de la camisa, y sentí el olor peligroso de la bestia de amor acostada a mis espaldas, y sentí que me hundía en las delicias de las arenas movedizas de su ternura. Pero se detuvo de golpe, tosió desde