¿Por qué no hablaron? Eso es lo que yo quisiera saber --dijo Rugeroni y resueltamente empuñó el picaporte. --No se los vio más. Desaparecieron. Dejaron de existir. ¿Entiende? --Creo que sí. Rugeroni soltó el picaporte y quedó inmóvil, mirando con estupor y mucha atención al maestro. Este reflexionó, sin malevolencia: «Tiene cara de rata.