melame, Hortensia comprende a Dunka con su amenaza de irse, sincera aun sin ejecutarla. No queriendo querer o al revés, sentandose al piano para forzarle a forzarla. «Bach para exasperar», piensa, sobreponiendo una sonrisa a la dolorida avidez con que escucha. -¡Maldito piano!... Si en lugar de ser algo tan caro hubiera sido un hombre, lo destrozo, palabra... Eso del piano estaría muy bien para David