las del viaje a Venecia y las de la corrida goyesca que tuve el honor de presidir. No querría, en cambio, que se perdieran ésta, que tiene para mí un inconmensurable valor sentimental. Está tomada en una audiencia que concedió Su por entonces Excelencia el Jefe del Estado en el Palacio del Pardo a dieciséis hombres de negocios, lo más granado del país, hacia fines del setenta y dos. Yo soy el que está justo a la derecha de Su Excelencia.