tuve en mi mano, sujetando su cadena entre el índice y el pulgar, su quietud me desanimó. Temí que conmigo no se moviera nunca. "Ahora --me decías en un susurro-- voy a esconder la manecilla deestereloj.Túnobusquesnada.Notemuevas hasta que el péndulo te señale una dirección. Sobre todo, no pienses nada. Tu mente ha de estar vacía y en absoluto reposo. Sólo entonces aparecerá esa fuerza a través de