Bene se había dejado caer abatida en un sillón. En aquellos momentos ofrecía el aspecto de una mujer extremadamente frágil. Su mirada se perdía sin aliento en lo único que tenía enfrente, el hueco de la escalera que conducía a la torre. Las dos mujeres la rodearon entonces, moviendoseentornoaellacomosifueranmovidaspor un mismo resorte. La acosaban con preguntas incomprensibles para mí y creo que también para ella, quien se limitaba a soportarlas sin responder con el menor gesto