santos cuyas vidas acostumbraba a leerme en voz alta. Pero sí podías hacer algo que, aunque no pareciera tan importante, a mí me llenaba de asombro, pues conseguías que sucediera ante mis ojos, mostrandome así una realidad muy diferente de aquella otraenlaquesemovíanlosdemás.Yconfrecuenciame preguntaba si yo, al ser hija tuya, no habría heredado también esa fuerza que sólo tú parecías poseer. Un día te lo pregunté a ti directamente: "No sé --me dijiste--;