de pensamientos malévolos, cruzaba mi memoria, fugaz como un rayo, como un chispazo que prendía fuego en mi cabeza, la imagen de un rostro suyo, frío como la muerte, que yo misma había contemplado y que de ninguna manera podía pertenecer alamuchachavivazquesemovíaporlacasa.Y aquella figura suya y tenebrosa, recortada sobre el negro de la noche, en la que ella se había transfigurado durante breves instantes, allí arriba, en la torre, se convirtió para