, sale Gatina y danzando al son de una sugestiva melodía, coge el sol, que a su alcance está colgado en el punto más conveniente del escenario y, descolgandolo, lo cambia por la luna. Esto da pie a un matizadísimo cambiodeluz«solluna»,creandounaatmósferacon ciertos tintes de irrealidad, de cosa soñada. Tanto el nuevo figurín, como sus actitudes y tonalidades de voz, prestan a Gatina un raro encanto. (Leoncio, que sigue