exclusiva e hipersensiblemente habilitado para radar de ofensa o menosprecio, y, en fin, de una vergonzosa, miserable y deprimente atmósfera de egolatría, irredentismo, susceptibilidad y onfaloscopia. Digo que las autonomías han venido a reavivar las condiciones paraquelaculturasigacifrandosusdesigniosydirigiendosusimpulsos sobre el delirio senil de esas egocéntricas y antiuniversales supersticiones ontológicas, verdaderos cadáveres del espíritu, tales como el palurdo vernáculo ancestral, el verdadero pueblo, el ser de España, la autenticidad, la