Texto contextualizado: |
lo de un dios que sea positiva, iracunda, amenazadora y hasta tronitruantemente único; y en materia de rayos y truenos, el pobre Júpiter olímpico resulta, indudablemente, un niño de pecho o un histrión de barraca al lado del gran Dios del Sinaí. Tal vez -y dicho sea para no insistir aquí ya más en tan vidrioso asunto- podría pensarse que se trata de algo así como una originaria incompatibilidad de caracteres, desarrollada, exacerbada y dilatada, hasta un tan irreconciliable antagonismo entre los seres en cuestión, que, no |
RAT:165.16 |