", decía al aire, con voz lastimera, mientras me arrastraba al interior de la casa. Me arrojó, sin mirarme siquiera, a un cuarto sin ventanas, medio vacío, y cuya finalidad parecía no ser otra que la de castigarme a mí. Cuando se marchó,cerrandolapuertaconllaveydejandomesola en aquella tiniebla, me tumbé en el suelo con las piernas contra la puerta. Así permanecí, dando patadas y gritos, llamando a alguien que no podía ser sino tú. Al fin apareciste