Texto contextualizado: |
a la barra pensando seriamente en sentar plaza de camarero, persuadido de que tenía dotes, cuando se me acercó una chica en la que, en mi atolondramiento, no había reparado antes. --¿Tiene usted hora? --me preguntó. Un examen tangencial y discreto me permitió apreciar que se trataba de una mujer atractiva, pese a no llevar maquillaje alguno e ir vestida de trapillo. Supuse que sería una de esas chicas de alterne que pueblan la mitología de los ejecutivos periféricos. |
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