fabulosos que le hicieron exclamar: «¡Cielos, don Eduardo! ¡Ya quisiera yo que mi marido se portara así una vez al mes!» EMILIA.- Y yo también, cariño. EDUARDO.- Estaba tan agradecida, que no me cobró los periódicosymeregalóuncaramelo. EMILIA.- Cuando te atribuyes hazañas imposibles, es señal de que estás de mal humor. ¿Qué te pasa? EDUARDO.- El regreso lo hice en cuatro minutos y