y parduzca. La cama estaba revuelta pero no conservaba olor a humanidad. En la mesilla de noche había una revista de tías en cueros. Me puse a hojearla con avidez mientras una sospecha me revoloteaba por el magín. Luego me dije que siendo María Pandora periodista eranaturalquecolocasesusartículosen revistas de muy diverso espectro, y que lo que estaba pensando sería, con toda seguridad, un infundio. Desde la pieza contigua la Emilia, que estaba revisando