me había entrevistado con el señor Ministro, a quien pensaba pedir, con el debido respeto, algunas explicaciones. Llegado que hubimos a nuestro destino, pagué la carrera con el dinero que le había mangado al viajero locuaz, esperé a que desaparecieraporelchafláneltaxiymecoléderondón por la portezuela de hierro que la noche antes habíamos utilizado el comisario Flores y un servidor y que a la sazón, como entonces, seguía conduciendo a las cocinas del hotel