extremo de la habitación y con ese aplomo del que sólo nuestros políticos son capaces me instaba a proseguir mi parlamento. Pero yo estaba tan azorado que olvidé lo que quería decir y los argumentos con que pensaba apuntalar mis aserciones. Capítulo tercero PASOS MALHABIDOS HEMEAQUI,mepuseacavilar,introducidoenla trastienda de la máquina estatal. Y de ahí mis reflexiones fueron a dar en la inexactitud de la metáfora que acabo de transcribir y en otros problemas que no tienen