zumbar el motorcillo y del suelo emergió una consola cuyas puertas, al abrirse propulsadas por un muelle, pusieron de manifiesto lo que parecía ser un televisor. --Japonés --informó la voz. Si bien, claro, no estaba yo interesado en semejantes precisionesysímuchoencavilardequémodo salir de allí si, como profetizaba la voz, iba a producirse un acontecimiento de cierta trascendencia. No hará falta que diga que durante el rollo que nos estaban