el pijama hecho girones sin grave merma de su dignidad, por lo que la Emilia le había dado unas puntadas con tan poca maña que ahora los pantalones apenas si le llegaban a media pantorrilla; por su parte, la chaqueta había quedado tan menguada que el pobre viejo teníaqueandartodoeltiempoconlosbrazosen cruz, so pena de reventar sisa y hombreras. Yo, con la gabardina, estaba un poco más presentable, salvo que hasta el más obtuso observador podía percatarse