su nieto a golpes de quijada; pero eso no quita para que sepa reconocer la calidad de mi enemiga. Como es archisabido, a la muerte de Don Enrique IV de Castilla nuestros príncipes llevaban ya casados poco más de cinco años y tenían ya una hija primogénita, y habiendo resididotodoesetiempoenCastilla,loscastellanosdebíandehaberse familiarizado extraordinariamente con el príncipe Don Fernando, pues la voz que a la muerte del rey se dio en Segovia -donde estaba Isabel, mientras Fernando andaba de viaje en Aragón- no fue sino