lo que se reconoce, al par que el pretendido nacionalismo serio es bastante más lúdico y deportivo de cuanto está públicamente consentido admitir. A raíz del atentado contra los atletas israelíes en la Olimpiada de Múnich, hubo algún cándido que sugirió el remedio de que en adelante los atletasnorepresentasenalasnacionesaquepertenecían-o,comosuele decirse, "defendiesen sus colores"-, sino que cada uno fuese por su propio nombre, sin credenciales de representación, tal como casi ocurre en algunos deportes singulares, donde Santana o Ballesteros triunfan más