el misterioso perfil de montañas que Leonardo da Vinci había puesto como fondo a su Gioconda. Era un atardecer sublime, ligeramente brumoso. Fue entonces cuando la radio del restaurante trajo inesperadamente la noticia. Francesca sacudió el brazo de Jano, intentóarrancarledesusomnolencia,paraquereparase en aquella noticia tantas veces esperada. Pero pudo más la mansedumbre del paisaje y él no escuchó --no quiso escuchar-- la radio. El conocimiento de Francesca era ya para él