llegó a responder a la última pregunta de Jano. Se puso de pie repentinamente, cogió la bicicleta y, montando en ella, se perdió tras la curva del camino en dirección al balneario. Jano aún no se había repuesto de la escapada fugaz de la muchacha cuandovolvióarepararenlospasosyenlossilbidos, que ahora sonaban a su altura, mucho más nítidos. También él se había puesto de pie y observaba la carretera. Vio que era Peter. Regresaba del pueblo