Texto contextualizado: |
cuyo son se bailaba, no concedía su borrachera de aventura más que a los que transgredían sus umbrales sin miedo. Y perder el miedo a dejarse llevar por el ritmo que la música imprimía en el cuerpo y por los efluvios mismos de la noche era lo que más miedo daba. Y al mismo tiempo, lo que más se estaba deseando. «Déjate llevar -solían decir los más atrevidos, con un tinte de impaciencia en la voz, sobre todo si habían bebido algo--. ¡Si es que no te dejas llevar!» Y, a partir |
USO:142.28 |