La cabeza era especialmente bella bajo la luz tibia y dorada de las velas. Parecía entonces como si el mármol cobrara vida, como si se tornase de cera untuosa, amarillenta y ardiente. El rostro de mármol cobraba vida. En él, los ojos cerrados, caídos,guardabanunsecreto,ounplacer,oundolor. ¡Quién sabe! También quedaba el gran piano negro de cola en la sala que daba al jardín, otra de las mejores piezas de la casa, que probablemente