acto. »Salíamos a pasear al atardecer, pero cómo defendernos del corazón amargo y antiguo de la ciudad, de sus muros leprosos mordidos por la humedad, el bochorno estivo y los bombardeos de la última guerra. A veces, cuando ya era lo suficientemente tarde paranocorrerelriesgodeencontrarnosconalgún conocido, nos asomábamos al centro de la ciudad para ver --como una fantasmagoría más, como la complicadísima y diabólica obra de una mente enferma--
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CORRERIII - Pasar peligros, aventuras, o cierta suerte