--en el fulgor verdoso del lago--, las descuidadas vides, los cipreses, las fresas salvajes, los cerezos cargados de frutos. Salimos a ver bajo el último resplandor de la tarde, desde la rústica terracita de la casa, todo aquelparaísointensamenteverdosoyazulado.Cantaban los gallos y ladraban los perros en el ocaso mientras la gruesa y espaciada lluvia comenzaba a caer mansa y jugosa sobre la yerba, entre los matorrales. »Bajo la luz amarillenta de