lechoso. Era un espectáculo indescriptible. Las aguas y el cielo se volvieron de una blancura plateada y mate. Al fin el sol desapareció y sólo quedó entre la bruma un ojo de fuego, un rescoldo. Jano vio a unos cien metros a Peter, un pintor alemán quecolocabaimperturbablesucaballetesobre las tablas del pequeño embarcadero. ¿Qué se podía traspasar al lienzo a aquella hora y con aquella luz difusa? ¿Qué decir con los pinceles de los blancos