beatíficos y almendrados, dulcísimos, de la mujer de la pintura: tus ojos. Aquella figura que muy bien podía haber sido pintada por las manos de los hermanos Lorenzetti. Esa figura de los amaneceres con nieve y piedra esparamícomounaobsesión.Aveces,alcontemplarla, se me enrojecen aún más los ojos, llenos de noche amarga. Yo veía los primeros días aquella boca levemente carnosa, enfermizamente sonrosada; veía aquellos pechos pequeños, el vestido