convirtió más y más en un asunto privado. Pero esta indiferencia ante la vida pública no se transformó en esas formas negativas de la acción política que son la desobediencia civil y la rebeldía pasiva. La moral epicúrea no desembocó en una política. Tampoco el escepticismo: aunque Pirrón noafirmabanada,nisiquierasupropiaexistencia, sus dudas no le impedían obedecer a las leyes y a las autoridades de la ciudad. Con el cristianismo se consuma el rompimiento entre la moral privada y la política