hilo que no se había roto en ti; el hilo que aún vibraba, y que al vibrar me demostraba que un día habías dado forma a mis sueños, me habías hecho llorar de alegría, habías conformado cuanto el hombre puede apresar de excelso durante unos instantes. »SolíasinterpretaralgúnfragmentodeDebussy o de Satie, pero siempre acababas degollando la melodía. Al final clavabas y clavabas insistentemente tus dedos en las teclas --en las mismas teclas-- y el piano