de que Daniela se había volcado íntegramente en sus trabajos y experimentos biológicos. Las consideré buenas. Nunca tuve celos de Rostand ni de Leclerc. Me parece que empecé a mejorar. (El enfermo vive en un continuo vaivén de ilusiones y desilusiones.) Duranteeldíayanocavilabatantosobreelpróximo ataque; las noches eran menos angustiosas. Una mañana, muy temprano, me despertó el timbre de la puerta de calle. Al abrir, me encontré con Massey