. Recuerdo la escena como si la viera. Daniela se echó en mis brazos, murmuró un sobrenombre (ahora lo callo porque todo sobrenombre ajeno parece ridículo) y exclamó alborozada: --Una semana en el Uruguay, con vos. ¡Qué divertido! --Hizounapausayagregó:--Sobretodo si no hubiera Jornadas. Se dejó convencer. El día de la partida amanecí con fiebre y, al promediar la mañana, me sentía pésimamente. Si no quería