de la vida sacrificada, vigilante y viril de aquellos hirsutos antepasados, cuyas hazañas estudiábamos al calor del precario brasero familiar y que no guardaban relación ninguna con nuestros latentes anhelos de cariño, aventura y bienestar. Pero Franco lo había dicho en enero de 1942: Nohemosvenidoaregalarnosconlavidaniadisfrutardeesa paz que muchos burgueses aman. Ni a él ni a los ideólogos del nuevo Régimen, que al principio vivieron de prestado de la retórica falangista, se les ocurría